22 abril 2006

Críptico

A veces he estado esperando desde el filo, en la cresta más escarpada del precipicio…
Hubo un tiempo en que desee que alguien viniera a acompañarme: Nadie hubo, pues no comprendieron. Tal vez tuvieron miedo de la altura; o quizá simplemente hubo quien no halló la razón para estar ahí, entre mis más extremos y rocoso despeñaderos, soportando la intensidad de la altura.
Pero yo siempre he encontrado alguna razón, de vez en cuando, de sentir lo que cuesta vivir, soportar la tensión, la contradicción, el límite, sin albergar el miedo; tan sólo porque sé que volveré seguro sobre mis pasos.
Eso era precisamente lo que quise enseñar, no el temor irracional a perder el equilibrio, sino la plena convicción de poder resistir el influjo y utilizar la gravedad para consolidar mis pasos, no provocar mi caída.

07 abril 2006

Sugiéreme la noche

Entre mis sienes se engendran pensamientos que acarician aquella visión superlativa que conforma mi recuerdo: Allá donde bebí estrellas mirando absorto el tililar de tus pupilas. Cuando en el momento álgido del deseo, erizándose el vello en el anhelo de que se depositase alguna brizna de tu aliento en mi oído, me sugeriste la noche. Si yo te abracé, separándote de la espiral oscura, inerte, en la que estabas sumida, si alcanzamos esa Vía Láctea que los amantes superan más allá de los sueños, fue porque atisbaste la profundidad de mi sentimiento y cruzamos el firmamento entre confines. Y me comprendías más allá de las palabras, en el palpitar intenso que abraza los espíritus hacia un objetivo trascendental, inmenso, intemporal que se conforma mágico porque no necesita del entendimiento… Allí tejimos, en el telar de los propósitos, el manto cálido e intenso que nos abrazó doquiera donde fulgurásemos.
Hoy deposito en una botella náufraga mi misiva desesperada, lanzándola al elíptico océano estelar donde espero que todavía camines fuera de penumbras, entre chispeantes bosques, donde Selene planta su jardín.