Ars mater
Del auténtico arte aflora el alma, generando el contenido de un elemento que sirve para definir valores intrínsecos de la auténtica verdad no supeditada a la inmediaciones materiales en las que se desarrolla, como son las grandes obras de todos los tiempos, se libera una inmensa fuerza contenida en un contexto dispuesto a ser descubierto, explorado porque las grandes obras, sean literarias, plásticas o del cariz que tengan no se supeditan nunca al cuerpo en el que nacen, es decir, tienen un alma. Son los momentos en los que el ser humano se convierte en creador, mucho más allá de la mera emulación o continuidad, en el Arte siempre hay algo tanto nuevo como permanente: Sempiterno, que es su alma. Por ello, las Obras se pueden sentir, las vibraciones que emanan incitan más allá del sentido más obvio con el que se aprecian transmitiendo otra dimensión lejana a la material. Este es el Arte Perfecto.
Cuando una Obra, además, encuentra a quien tiene una percepción adecuada, afinada para absorber su significado se produce un nexo capaz de producir aquel éxtasis de los sentidos que tan pocas veces uno tiene la suerte de percibir en la vida y que le ponen en una sincronía con la Naturaleza como una parte inalienable del Todo. Por ello, educar la sensibilidad es buscar nuevos horizontes perceptivos más allá de las meras sombras que una primera percepción produce […].
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«Recuerdo que mi padre me decía cuando ya era un hombre muy mayor: “La técnica es algo que se puede aprender, pero lo que se destila de ella es lo que uno aporta como ser humano. Nunca hay que olvidar que lo que se opera no es una cosa muerta. Se opera a un cuerpo viviente.” Él hablaba como médico, pero sus palabras dejaron una profunda huella en mi vida musical.»
Hertbert von Karajan
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«Tenía un enorme talento musical, dominaba un repertorio amplísimo, absorbía las partituras como una esponja… Era un genio». Sir Georg Solti sobre Karajan.
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