Klimt. Cruda visión
Mantos purpúreos que sumen la imaginación en un onírico orientalismo patente en la indumentaria de las licuadas figuras casi destiladas en un alma que se aferra a un beso, a un abrazo… Sonrisas crudas de carácter armado, el sueño encogido como el de un recién nacido, la vida a través del cuerpo y el cuerpo a través del lienzo, la mujer… El paisaje puntillista, difuso acercado por orinomancia de las flores de Italia, de los parques de Viena… El olor de los aceites esenciales…
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«Es cierto que nadie es más realista que idealista. Por contraste con el celaje de la ilusión, se siente más duramente la dura piedra de la realidad»
Azorín.
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