12 julio 2005

Sentidos Adormecidos

Cuando no descifraba la vertical sonrisa de la luna, ni la multiforme cadencia del tililar estrellado, cuando no veía el esbozo de la aurora en el devenir del nuevo día ni escuchaba los vibrantes sonidos de la mañana, me di cuenta que debía despertar cada uno de los sentidos que permanecían adormecidos; descubrí que soñando las esencias que al espíritu le faltaban, éstos comenzaban a cobrar un nuevo ánimo y, cuando me propuse despertar, de los sueños se alimentó la realidad empapada en los sentidos según estos recobraban su ánimo.

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En mi oficio o arte sombrío
ejercido en la noche silenciosa
cuando sólo la luna se enfurece
y los amantes yacen en el lecho
con todas sus tristezas en los brazos,
junto a la luz que canta yo trabajo
no por ambición ni por el pan
no por ostentación ni por el tráfico de encantos
en escenarios de marfil
sino por ese mínimo salario
de sus más recónditos corazones.

No para el hombre altivo
que se aparta de la luna colérica
escribo yo estas páginas de efímeras espumas
ni para los muertos encumbrados
entre sus salmos y ruiseñores,
sino para los amantes, para sus brazos
que rodean las penas de los siglos,
que no pagan con salarios ni elogios
y no hacen caso alguno de mi oficio o mi arte.

En Mi Oficio o Arte Sombrío,
de Dylan Thomas