09 julio 2005

Impotencia


Hemos aprendido a segar vidas con la facilidad de la acción irreverente, con la petulancia del que se cree un dios, pero con aquella subrepsticia forma en la que un cáncer ataca, interior, oculto, devorando fibra de su fibra, como aniquilamos el entorno telúrico en nuestro erróneo afán de civilización: imponiéndonos —eso creemos—. Nos olvidamos que la ejecución del enorme trabajo, no el babel, sino el vergel multiforme de nuestra afortunada existencia, se compone de tantas estrellas como hay en un firmamento, cada una con su singular destello, pero inmersas en un mismo mar de constelaciones y remolinos cósmicos que conforman un cuerpo más grande: enorme, en la sinergia de sus movimientos… Y la curiosa seguridad que el macabro segador tiene, de recoger cosecha de aquellos tallos en ajenas campiñas en las que hurta. He visto como la crisálida construye un nuevo cuerpo, hermoso y volátil, que lleva el viento, en dolorosos golpes de transformación y, como al cambiado ser es fácil aplastar con la yema un dedo, de un solo dedo, aniquilando el esfuerzo de aquel, que guiado por un empuje mucho más fuerte que nuestro propio entendimiento responde a unos impulsos marcados por un mecanismo que, en definitiva, es el mismo que nos hace respirar. Y yo he visto demoler edificios en los breves instantes en los que el ruido se expande y he visto como el escombro no era la mitad de aquello que se alzó útil sobre el pavimiento —ahora sólo piedra inhábil—. Y hemos de ver muchas más acciones de macabros segadores hurtando siembras de las que no son capaces de sacar harina alguna ni el pajar; y nos lamentaremos de ver los montes abrasados y los huecos vacíos de la vida que se han llevado. En esos momentos hay que recordar que la vida, aún finalizando muta, no se destruye, no. Nuestra acción debe de ser la de construir, conservar lo heredado, crear el recuerdo, porque sólo con el legado y la memoria se llena la conciencia y un afán constructivo que se obtiene tan sólo mirando la más nimia ejecución natural, nuestro motor olvidado.

2 Commentarios:

Anonymous Anónimo ha dicho...

"..Nuestra acción debe de ser la de construir, conservar lo heredado, crear el recuerdo, porque sólo con el legado y la memoria se llena la conciencia y un afán constructivo que se obtiene tan sólo mirando la más nimia ejecución natural, nuestro motor olvidado."
Creo que lo has dicho todo.
Genial post.
Un beso :)

10/7/05 17:26  
Anonymous Anónimo ha dicho...

Pero ¿quién lo comprenderá? Ardua labor la que nos espera, pero no inútil.
Gracias Grial, un saludo.

11/7/05 21:22  

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