Tormento
Supeditado a las intransigencias del carácter, las Furias se apoderan de los actos y recrean como bacanal irracional una tempestad del temperamento que estalla y hace perder en desigual lucha la razón, y con la razón la dignidad, y con la dignidad el sosiego e irrefrenablemente, la cordura. Bien explicaron en su acertada cosmogonía los antiguos la capacidad de la incesante Alecto para atormentar el espíritu de quien, enfermado por las vicisitudes que le superaron, se ve atacado por las portadoras de la antorcha. No hay sosiego. Mortales somos. ¡Oh dicha!, ¡oh esperanza en la fortaleza del espíritu!
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