09 mayo 2005

El susurro sempiterno

La brisa trajo hoy un susurro imperturbable… viajaban en ella los melódicos tonos de aquellos que al viento lanzaron sentidas estrofas a la madre Tierra; cuando venga el viento, si estás dispuesto a escucharlos alzará su cristalina voz y podrás escuchar vibrar la hermosa lírica de los versos que no se sujetaron a pecho alguno y nacieron indómitos para el viento ¿estás preparado? ¿estás dispuesto a escucharlos?

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«Cuando vieron muerto a Patroclo,
que tan valeroso, fuerte y joven fuera,
a llorar rompieron los caballos de Aquiles;
de ira se llenó su inmortal naturaleza
a la vista de este trabajo de la muerte.
Sus testas sacudían y las largas crines agitaban,
la tierra herían con sus patas y por Patroclo
lloraban, que exánime sentían —aniquilado—
carne ahora envilecida —perdido ya su espíritu—
indefenso —sin aliento—
vuelto de la vida a la Nada inmensa.

Las lágrimas vio Zeus de los corceles
inmortales y llenóse de tristeza. “En la boda de Peleo
—dijo— no debí obrar tan a la ligera;
¡mejor no os hubiera regalado, corceles míos,
desdichados! ¿qué buscabais allí abajo
entre esa mísera humanidad, juguete del destino?
Vosotros, a los que ni acecha la muerte ni la vejez,
las efímeras desgracias os atormentan. En sus sufrimientos
os envolvieron los humanos.” — Sin embargo,
las dos nobles bestias, por la perpetua contingencia
de la muerte, su llanto derramaban.»


«Los Corceles de Aquiles». Cavafis.